martes, 2 de noviembre de 2010

El exilio español

Un Corazón Indócil. Amor y Extranjería

José Félix Zavala


El exilio literario español de 1939


Actas del Primer Congreso Internacional
Bellaterra
Del 27 de noviembre al 1 de diciembre de 1995.
Edición: Manuel Aznar Soler


Luis Rius

Amor y extranjería


Gabriel Rojo.

El Colegio de México


Luis Rius es uno de los poetas hispanomexicanos, llamados así por haber llegado exiliados a México siendo aún niños y haber desarrollado su labor poética en ese país.


Además de él, forman parte de este grupo Tomás Segovia, Nuria Parés, Manuel Durán, Carlos Blanco, Ramón Xirau, Enrique de Rivas, etcétera, todos ellos nacidos entre 1925 y 1937.


Luis Rius escribió cinco libros de poemas: Canciones de vela (1951), Canciones de ausencia (1954), Canciones de amor y sombra (1965), Canciones a Pilar Rioja (1970) y Cuestión de amor y otros poemas (1984). Este último libro apareció pocos meses después de su muerte.

Es una colección de poemas que el autor eligió entre los que habían aparecido anteriormente en libros y revistas y algunos que no había aún publicado. Constituye una especie de testamento poético del autor: un libro en el que, sabedor de su próxima muerte por cáncer, recopila los poemas que, en su opinión, constituían los mejores de su producción.

En este libro, Luis Rius nos indica de varias maneras que sus temas, sus preocupaciones, fueron fundamentalmente el exilio y el amor, o, como él mismo las llama: el «arte de extranjería» y la «cuestión de amor».

Desde el primer vistazo al índice del libro notamos que las dos secciones que ocupan más espacio llevan justamente estos nombres. Además, en la presentación del libro nos lo dice explícitamente:

En vez de presentarlos aquí al lector tal como originalmente aparecieron, libro a libro, he preferido reordenar los poemas, atendiendo a su tema y a su tono, en tres partes a las que respectivamente he titulado: Arte de extranjería, Cuestión de amor e Invención varia.

Las dos primeras incluyen los poemas de temática recurrente en mí; la última, los de temas y tonos que me son menos frecuentes y algunos tan sólo ocasionales.
El número de poemas que forman las dos primeras secciones es muy parecido: 44 poemas en el caso de la primera y 41 en la otra.

Esto es indicativo de que, al elegir Rius los poemas que habrían de publicarse en estas secciones del libro, consideraba que el peso que tienen las dos temáticas es parecido dentro del total de su obra poética.

La tercera sección del libro, Invención varia, recoge, bajo diferentes subtítulos («Cifra de danza», «Palabras de hombre a hombre», etcétera), poemas de temática variada, lo que muestra un menor interés en estos «temas y tonos».

En este ensayo me referiré principalmente a las dos primeras secciones: Arte de extranjería y Cuestión de amor.

En la comparación de algunos rasgos que se encuentran en estas dos secciones se puede descubrir que las dos vertientes principales de la poesía de Rius, el amor y la «extranjería», son complementarias y contrapuestas, y son, además, expresión de una tensión vital: la imposibilidad de autorreconocimiento y, consecuentemente, el deseo de lograr una difícil armonía con un mundo que tampoco es armónico.

La poesía de Luis Rius en estas dos secciones es la búsqueda de un camino (imagen, por cierto, muy recurrente) hacia la solución de esta tensión.

Si bien en estas dos secciones es donde alcanza esta problemática su mejor expresión, no es sólo en ellas donde encuentra el poeta la vía de su solución: además de encontrarla en algunos poemas amorosos, también es en otros que se encuentran dentro de la sección Invención varia, y en especial en la parte titulada «Cifra de danza», donde el poeta logra acercarse a una reconciliación consigo y con el mundo.

Son poemas en los que, a través de un tono diferente, y sobre todo por la actitud que asume el yo lírico, el poeta logra por fin que esta tensión se relaje y encuentra un camino más propicio para enfrentarse con ese mundo que le es ajeno y en el que, al menos parcialmente, puede reconocerse.

Desde la presentación que Rius hace de su primer libro, Canciones de vela, notamos que existe en él la conciencia de que no hay nada nuevo en los temas que toca, pero que los sentimientos que se manifiestan a través de éstos son la parte medular de la expresión humana: «Los temas, los de siempre: amor, soledad, esperanza..., sentimientos que mejor que la razón definen al hombre».

En los poemas que Luis Rius incluyó en Cuestión de amor y otros poemas encontramos algunas características que son recurrentes. Además de los temas ya mencionados, Rius toca otros como la nostalgia, la distancia, la muerte, etcétera, y expresa algunas actitudes peculiares, tales como la preocupación por el tiempo, la incomunicación, y, en ocasiones, incluso la percepción de la vida como carente de sentido.

Sin embargo, más que por los temas, es a través de las actitudes asumidas por el yo poético, y por la forma peculiar con que se relaciona con el mundo, como se explican mejor las dos preocupaciones fundamentales de Luis Rius: el amor y la extranjería.

En 1967, en un artículo publicado en la Revista de la Universidad de México, Luis Rius explica lo que para él tiene mayor importancia en el desterrado: no se trata del exilio en su primera significación (destierro de España),

Sino en la segunda, o indirecta, que es la significación verdaderamente grave y universal para el hombre: la de sentir en su propia carne, a lo vivo, y merced a una contingencia histórica particular que

El hombre, todo hombre, tiene en su misma sustancia original el estigma del destierro. ¿Destierro de dónde? Del Ser, del tiempo, de los otros hombres, de sí mismo incluso.
En esta cita se ve que la «extranjería», el sentimiento de destierro, es mucho más que la separación violenta de la tierra a la que se estaba arraigado. Es una situación que tiene que ver con la existencia del hombre, con un sentimiento profundo de desarraigo y de no pertenencia, de extrañamiento con respecto a todo lo que le rodea.

A través de los diferentes libros que publicó, es notorio que Rius, pasado el tiempo, va dejando en segundo plano las alusiones concretas a la pérdida de España y su poesía se centra en ese sentimiento, más profundo, del desarraigo.

En Cuestión de amor y otros poemas las manifestaciones poéticas de ese sentimiento son muy variadas: quizá la forma más general de definirlo sea como una oposición o, al menos, una separación con respecto a todo lo que le rodea. Pero esto tiene matices muy interesantes y sugerentes.

Una de las características que subyace en toda la primera sección de su libro póstumo es la cuestión de la identidad. Tácita, pero constantemente, se pregunta acerca de sí mismo, de su lugar en el mundo, de su diferencia y distancia con respecto a los demás hombres y hacia su entorno:

Los coches y los hombres por las calles
no se detenían. Era,
entre los árboles del parque,
como un árbol enfermo deshojándose
en pleno estío radiante



Aquella pregunta de «quién soy yo», que él encontrara en la poesía de León Felipe, es también una de las características de su propia poesía. Luis Rius se pregunta «¿quién soy yo?» porque tiene la sensación de ser, valga la redundancia, un ser dividido.

Y no únicamente por la disyuntiva de sentirse tanto mexicano como español, sino porque se siente ajeno al tiempo, al mundo. Las manifestaciones que esta pregunta adopta y los intentos que hace por responderla son múltiples. Van desde la simple expresión de una vaga nostalgia, no sabe exactamente de qué, hasta la rotunda afirmación de que se encuentra «desterrado en el tiempo».

Otra característica que me interesa destacar aquí es la pasividad, casi podría decirse indolencia, que manifiesta el yo lírico en los poemas. Si bien es cierto que hay una búsqueda implícita en el mundo poético que crea, pareciera que no tiene los recursos para llevarla a cabo: más bien contempla, espera:


Otra vez frente al mar,
con mi frente abrasada
y mis ojos inmóviles,
lejanos, buscando sus espaldas;
con mi perfil de piedra
y mi sombra sonámbula.


Otra vez frente al mar
como aguardando, y sin esperar nada.
En el alma dolido
por herida de ausencia;
esa herida tan honda
sin sangre y sin lágrimas

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