jueves, 1 de abril de 2010

El Arte de la Microhistoria


Luis González y González


Mi práctica microhistórica es breve. Me atemoriza enfrentarme a un auditorio donde hay sabios que han consagrado lo más de su vida a la investigación de su “tierra”.


No sé cómo se atreve a decir algo quien sólo dedicó un año a historiar su pueblo. Por lo tanto no vamos a recorrer un camino hecho y por lo mismo es posible ayudar a construirlo.


Lo he venido llamando microhistoria, pero ni este nombre ni otros con los que se la designa son universalmente aceptados, normalmente la llaman historia local.


Pero aquí lo importante no es el tamaño de la sede donde se desarrolla sino la pequeñez y cohesión del grupo que se estudia.


El título de petite histoire acuñado por los franceses también podría ser un buen nombre, pero los lectores saben que este nombre se refiere a vidas íntimas, crímenes y ejercicios de personajes célebres, por lo que no sería apropiado.


Nietzsche distinguí tres tipos de historias: la monumental, la crítica y la arqueológica, yo me decidí por llamarla microhistoria, enmarcando en ella no la historia urbana o de un país sino la pueblerina. Patria es de uso común, la palabra matria podría acercarse más a mi intento de historiar en contraposición a la historia patria, es decir el terruño o lo que acostumbramos a llamar la patria chica.


Mientras florecía en Europa la microhistoria de sello humanístico, en Mesoamérica se daba algo parecido en moldes diferentes, en dramas y epopeyas orales; se carecía del concepto de historia general y se consignaban sucesos relativos a su comunidad y se rebasaba este estrecho margen cuando se trataba de conquistas en lugares más o menos distantes.


La historia mesoamericana o precolombina es el uso de la microhistoria y es en el occidente en el siglo XIX cuando se genera más microhistoria que en todos los tiempos anteriores de esa parte del mundo.


A mitad del siglo XX el número de microhistoriadores o cultivadores de la historia matria aumenta sensiblemente.


El microhistoriador debe ser un hombre de ciencia pero no al modo burdo del geómetra. Debe ser un hombre que tenga a su alcance archivos y bibliotecas y un buen arte del oficio de la historia regional que durante algún tiempo ha caído en descrédito por la forma de tratarla o de cultivarla recurrentemente por algunos historiadores locales.


El microhistoriador generalmente debe ser un hombre viejo que mira hacia atrás, que pasa revista, que pasa balance, que busca consuelo en otras épocas y evoca el recuerdo; más solitario, conservador, tímido y triste que el promedio de los hombres.

1 comentario:

  1. La única presencia como historiador del maestro Don Luis González Y González en Querétaro fue en noviembre del 2003 invitado por el taller "El Oficio de Historiar" y fue colmado por académicos universitarios entre un muy numeroso público que se reunió, con ocación de la presencia del mayor historiador de este país.
    José Félix Zavala

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